lunes, enero 26, 2009


Ni un grano de sal



I

Mírame Lot, he regresado.


He roto la coraza de sal dentro de la cual fui aprisionada.

Te vendiste, Lot. Soltaste mi mano. Fuiste tú y no Abraham quien lo planeó todo con esos hombres de negro que llegaron a Sodoma. Ángeles, dijiste. ¡Fui tan ingenua! Ahora sé que ningún ángel dignaría posar un ala en Sodoma. Afuera la multitud exigía carne nueva y tú ofreciste a mis hijas antes de ofrecerlos a ellos. Entonces dudé, ¿por qué sería la voluntad de Dios salvar a un hombre que ofrece sus hijas vírgenes a una multitud desenfrenada?

Después, todo sucedió tan rápido, la huída durante la noche, la multitud enardecida, y luego el fuego calcinándolo todo. Y tú, como siempre, sin mirar atrás, sin arrepentimiento. Sin dolor o compasión alguna por tus antiguos amigos, o por cada mujer que, aún casado, llevaste a tu lecho con tu habilidad para enamorarlas con tu poesía y tu lengua viperina.

Me detuve un momento, quizá un par de minutos, aterrada al escuchar los gritos desgarradores que no cesaban de atormentarme. Me dolía pensar en los pequeños, en las niñas y niños que aún no conocían pecado y que murieron con ellos, los sodomitas, los pecadores sempiternos.

Fue ahí cuando sentí la rigidez apoderarse de mi cuerpo y me di cuenta de que te habías vendido. Que fueron ellos, ángeles, sí, pero caídos, los que pactaron el salvoconducto a cambio de tu alma.

Por un momento pensé que quedaría atrapada para siempre, pero entonces recordé que Dios es Amor, y no guarda rencores como los humanos. Jamás habría ordenado destruir una ciudad entera con sus inocentes porque Dios no tiene los defectos del Ser Humano. Dios es el Buen Padre, y como Buen Padre, perdona todo a sus hijos.

Está claro que Dios, Dios de Luz, Dios de Amor, no tuvo nada que ver en esto. ¿Entonces quién, sino tú, pactó con ellos, los ángeles oscuros, para convertirme en sal, si acaso dudaba, aunque fuese por un momento?

Fue con esta reflexión que la coraza de sal estalló convertida en una nube de ceniza blanca y liberó mi cuerpo.

De pronto lo entendí todo. La mujer encinta esperándote en Zoar y tu aberrante deseo por mis hijas.

Podrás sacar a Lot de Sodoma, pero nunca sacarás a Sodoma de Lot.

II

La historia nunca la escriben los vencidos, Lot.

Tal vez por eso en la Biblia cuentan que mis hijas, vírgenes las dos, sedujeron a su padre la primera noche que pasaron solas con él en una cueva. ¿Y quién, sino tú, pudo haber dado esa versión a los escribas del Viejo Testamento?

Miles de lectores ingenuos lo creerán, Lot, pero yo, su madre, las vi crecer sin conocer varón alguno. Las conozco como te conozco a ti y tus perversiones.

La historia la cuentan los vencedores y la Biblia la escribieron los varones.

¿Quién preguntó a mis hijas lo que realmente sucedió esa noche?

También ellas, a su manera, fueron convertidas en sal por tu traición de padre, Lot.

Me pregunto qué tan distinta sería la Bilblia si hubiera sido escrita por nosotras, las mujeres.


*Para más información sobre la historia de Lot oprime aquí



1 comentario:

  1. Mil gracias por tu comentario en mi blog, no sabes el gusto que me dio leerlo :)
    Por cierto, traté de entrar a Mala Barbie y no pude...
    Un abrazote.

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