De Las Sopas Instantáneas
Hay días
en que no enfría la cerveza
el tequila no calienta
tampoco tú.
—Regina Swain
en que no enfría la cerveza
el tequila no calienta
tampoco tú.
—Regina Swain
Baño apresurado a las siete. Desnuda, y a punto de entrar en la pequeña cámara lava-cuerpos, se lleva la primera sorpresa:
NO HAY AGUA CALIENTE
Cree escuchar risitas y enseguida piensa: “debo estar dormida aún”. ¡Café! un café sería muy bueno, conseguiría con ello abrir los ojos. A tientas busca un cerillo.
SSSCRACH
Lo prende.
Gira la manivela para encender la hornilla.
Segunda sorpresa:
NO HAY GAS
Nuevas risas bailan al son de una modorra mañanera que no cede.
No hay agua caliente... no hay gas... que no cunda el pánico... agua, sí... un vaso de agua sería bueno.
El garrafón la contempla impávido y muy, muy vacío.
Ella se resigna.
Hay que consecuentar estas mañanas como a niños caprichosos.
La primera decisión del día será ¿baño frío sobre piel caliente, o piel caliente y adormilada bajo la ropa?
Gana piel caliente y adormilada.
El estómago se hace presente como espíritu chocarrero y Ella piensa en las consecuencias que traería engullir un pan con mermelada.
¡Al diablo las consecuencias! Gracias Dios por el pan de cada día (aunque no haya mermelada).
Piensa en la hora.
Piensa en qué ponerse.
Piensa que le han salido arrugas en el alma.
Piensa.
Afuera, el sol le recuerda insensiblemente su calidad de criatura nocturna, le hiere los ojos y parece preguntarle: ¿Te acuerdas niña, de las copas de anoche y el joven de los ojos grandes? (Ella recuerda más el tequila que los ojos grandes).
De pronto, como en las películas de Warner Brothers, podemos apreciar una escena retrospectiva en la que una Ella más niña, aunque igual de despeinada, observa el cuidado con el que su madre se maquilla, mientras le dice, con la gracia de una reina:
—Ya lo sabes, preciosa: las niñas buenas no toman tequila, sino shirley temples.
Termina la escena y de vuelta al rostro de Ella, ahora con los ojos rojos e inyectados. Se encuentra en una habitación a oscuras, llena de humo, “jipis” y greñudos por doquier, sentados en flor de loto tan inmóviles, que parecen estar jugando a las estatuas de marfil, uno dos y tres así, ríe Ella una risa estridente mientras enciende de nuevo una pipa verde que contiene una hierba verde para que sus ojos verdes se pongan... ¡rojos! (¡vaya error cromático!)
—Las niñas buenas no fuman, y tampoco hablan mucho. Comen como pajaritos y nunca llegan a su casa después de las diez de la noche. ¿Lo entiendes, nena, lo entiendes?— continúa la madre/reina desde su trono hermoso y perfumado.
Y la niña contesta:
Pero ¿y las sopas instantáneas, madre, y las carreras de perro para conseguir trabajo? ¿Y las idas a la penitenciaría a recabar información, dónde meto todo eso? ¿Dónde lo coloco? ¿A un lado de los osos de peluche? ¿Entre mis sábanas blancas? ¿Dónde guardo a las prostitutas de la Zona, mamá, dónde pongo mis angustias? ¿Dónde el miedo a no ser suficiente y la sarta de palabras agregable a “suficiente”? Suficientemente linda, suficientemente buena, suficientemente seria, alta, flaca, bella, fuerte, brava o experimentada.
¿Cómo viven hoy las niñas buenas, madre, entre gritos y conflictos bélicos; entre azul y buenas noches; entre listas de amores frustrados, líneas de coca y uno que otro arponazo a la conciencia? ¿Entre nubes de humo que se burlan?
La madre la mira largamente: —¡Ay, niña! No preguntes tonterías.
¿Y la amenaza de SIDA, madre, y el borracho de la esquina, dónde, dónde colocarlos? ¿Dónde guardo al niño asesinado, madre, no al niño muerto, al a-se-si-na-do? ¿Dónde guardo los quehaceres innombrables mientras tú explicas a tus amigas que a tu niña le ha dado por jugar a Luisa Lane y ser moderna, cuando yo sólo me siento una Clark Kent fracasada? ¿Dónde guardo la presión en el trabajo, las muertes de migrantes, la mujer de la maquila? ¡Ya no caben con las barbies!
Y es que vivimos en una generación de sopas instantáneas y amores instantáneos, que no duran más de cuatro copas, madre, y andamos por la vida con máscara antigás, y nos brotan trincheras en el alma y bombas en el cuerpo; vivimos en una generación de “quítate o te quito”, “me estorbas, te mato”, donde el compact disc sustituyó al disco de pasta como las computadoras nos sustituyen a nosotros, donde las llamadas son de contestadora a contestadora y la soledad es absoluta, madre. Donde estamos fragmentados, diluidos, reciclados, mientras los que se dicen profetas/defensores ecológicos pululan por las calles pronosticando el último desastre y el número ganador de la lotería, y los clubes de intelectuales te juzgan por la cantidad de hojasgastadastintaderramada, y se han asociado ya con tiendas de autoservicio, y la Nestlé reparte la cultura, y se reparten sus ropas, madre, mientras uno se enamora del apóstol reacio y renegado y se lanza a vivir un amor látex a fuerza de amor enlatado, madre.
Donde estamos solos.
Las ocho las ocho las ocho se acabó la reflexión de la mañana.
Es hora de ir al trabajo.
Tercera sorpresa:
NO HAY DINERO EN EL BOLSILLO
¡Claro!
Ella se aleja silbando una extraña tonada.
Ja, me sentí identificado, así empiezan todas mis mañanas.
ResponderBorrarBueno... si mi mañana huberia terminado así (sin dinero en el bolsillo) habría sido peor...
ResponderBorrarJajaja...
Just kidding!
Cuando leí por primera vez el cuento a mis alumnos, contuve un nudo en la garganta, leerlo significo revivir cada momento inconforme de mi vida, inconforme con el mundo, pero sobre todo con el ser humano, después de su lectura reflexionamos mucho mis alumnos y yo, traté de hacerles ver la inmensa tarea que tienen de reconfigurar el paradigma del modo de vida occidental al menos en su fuero interno. Ahora se lo mando a mi novia que pasa por una inmensa crisis de insatisfacción, espero le sirva tanto como a mí, muchas gracias Regina, un gran abrazo.
ResponderBorrarMe encantó leer nuevamente este cuento... hace varios años que lo conozco, gracias a un libro que me regaló un querido amigo, y entre mi necedad por hacer que muchas personas lo leyeran se extravió... Este reencuentro me ha hecho feliz por un instante. ESDG
ResponderBorrarGenial! ;)...Tan sólo 12...
ResponderBorrarRegina, he tenido la oportunidad de leer este hermoso escrito a mis alumnos en las montañas y mañana lo haré con mis compañeros de la maestría. Siempre que lo leo, revolotean en mi una infinidad de emociones, cada que lo clamo renace en mi, mis esperanzas de poder cambiar el mundo. Gracias por compartirnos un poco de ti.
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