jueves, septiembre 04, 2008



ROTO


Roto. Hecho pedacitos. Así quedó mi corazón después de aquel viernes de madrugada. Yo le había servido un poco de merlot para enjuagar los pecados. Él, agradecido, tocaba el arpa azul de mis cabellos. No fue nada planeado. No hubo mala intención. Simplemente resbaló cayendo al suelo y ahora está ahí, multiplicado, tan parecido a ese papel multicolor que usan en las ferias. Mi corazón cubierto de letritas, ahora ilegibles; mi corazón rediseñado en miles de pequeños corazones rotos como un minúsculo rompecabezas. Procuro unir los pedacitos con los ojos inundados de lágrimas. Pero es inútil, he olvidado cómo hacerlo. Cómo unir las letras para construir las frases que le devolverían su identidad a este mi corazón mutilado. Finalmente tomo la escoba y el recojedor, barro el piso hasta formar un montoncito de fragmentos luminosos, transparentes, ahora un poco mezclados con pelusa, insectillos y otras cosas que habitan los pisos de las casas. Recuerdo entonces que mi corazón nunca fue rojo. No tuvo esa forma común de las cajitas de chocolate. Mi corazón se parecía mucho más a una botella de coca cola vacía o a una tostada de almeja con tomate. ¿cómo pude yo vivir por tanto tiempo con este corazón sin ver sus verdaderos colores? Empujo un poco el montoncito con el dedo gordo de mi pie derecho. Miro fijamente los pedazos y sostengo la respiración, siempre con la esperanza de que un trocito cobre vida y obedezca.

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