domingo, noviembre 30, 2008


Deseo


para pescadito

Le llamo, lo confundo, le pienso, lo seduzco, ¿lo asusto?, lo persigo, lo atosigo con mis letras, lo obligo a responderme, le zumbo alrededor de la cabeza. A veces lo fastidio. Tanto lo fastidio, que si le llamo finge no reconocerme o se olvida de olvidarme. Me interesa, me intriga, me entretiene, me sueña, ¿me desea? me hace reír, me seduce con sus letras. Quiero abrirle la cabeza y ver cómo funciona su cerebro, quiero ver de dónde sale su ingenio, quiero ver por qué sus palabras brincan y hacen trucos mientras que las de otros se quedan planas e inermes, como muertas o aburridas sobre el papel en que fueron escritas.

Tengo ya preparado mi escalpelo.

Muy pronto obtendré de él lo que más deseo: la materia gris de sus ideas.

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